La semana post-maratón ha estado marcada por la ampolla del pie. Así, no he hecho nada hasta el viernes que me decidí a ponerme las zapas y probar a ver que tal. Las sensaciones fueron las típicas de la primera carrera después de una maratón. Con las patas un pelín pesadas y rígidas pero con ganas de correr. En cualquier caso, solo hice 42’ de trote y me encontré a gusto.
El domingo, aprovechando una mañana magnífica, salí temprano (8:20) con la de carretera. Dí un par de vueltas por el tecnológico y luego fui a buscar el grupo a Derio. Solo estaba Juankar, nos extrañó que no bajase nadie más ya que hacia un día ideal para pedalear y, además, era el ciclocross de Igorre.
Tampoco le dimos más vueltas y nos fuimos para Igorre a ver un poco el ambientillo. Ya casi por Larrabetzu nos encontramos con Jon que nos confirma que la hora de salida se ha retrasado a las 9:30. Así que vuelta para Derio a buscar a la tropa.
Efectivamente, enseguida nos cruzamos con el grupo, Fernan, Pedro, Agustín, Luismi e Iker, y, ya todos juntos, nos vamos para el valle de Arratia. Pasamos Igorre, damos la vuelta al pantano y tomamos un café en Zeanuri.
Luego, volviendo a casa, en Igorre, se produce un corte por el semáforo y Fernan y yo nos vamos solos. Como yo andaba con un poco de prisa, metemos la directa y, por Bedia, nos plantamos en Lezama a las 12:30. Fernan se da la vuelta a buscar a los otros y yo ducha y a meter horas al parque con las crías. Eso sí, con 98 km que inauguran la temporada cicloglobera.
En cuanto a la ampolla, ya prácticamente no queda ni rastro de la misma. Así que esta semana puedo ir poco a poco retomando las zapas. Con calma y disfrutando que no hay objetivos en los próximos 2 meses.
